jueves, 15 de octubre de 2015

¿CÓMO DE VERDADERA ES TU ALEGRÍA?...



¿CÓMO DE VERDADERA ES TU ALEGRÍA?...

Seguramente que ya sabes que en el modo directo de la autorrelización, la persona únicamente se ama a sí misma y gira desesperada alrededor de su ombligo, agotando así sus energías. Todo en vano, pues por ese camino no podemos devenir realmente libres, porque con esa actitud no hacemos otra cosa que crisparnos cada vez más. Y la verdadera felicidad consiste, por el contrario, en estar sosegado, en saber desasirse. En no pretender alcanzar a ser algo, ni siquiera uno mismo, sino atreverse a permitir que todo sea y adquirir la capacidad de comprometerse con algo: "Tener un proyecto"...
...Sin embargo, la aislada exhortación al altruismo (o, dicho en lenguaje tradicional, al llamado "sacrificio") ha "corrompido" de manera duradera también el cristianismo y la moral cristiana, en especial cuando todo esto es aprovechado por gobernantes terrenos -ya espirituales, ya temporales- para establecer y consolidar su dominio. La entrega no es un fin en sí. El sacrificio por el sacrificio sólo favorece formas aberrantes -en apariencia cristianas- de sadismo y masoquismo y constituye, pues, un peligroso absurdo.
Cuando se presenta así, falta algo que para Jesús, pero también para Pablo y Juan, se halla inextricablemente vinculado con toda entrega: la alegría. En el dicho sobre cómo ganarse a sí mismo, Jesús no habla directamente de ello; no obstante, él no asume el papel de quien tiene poder para forzar el don. La alegría debe ser acentuada, como muy tarde, allí donde puede surgir la sospecha de exterioridad. Así, ya el judaísmo afirma que Dios sólo siente cariño por quien da con alegría. Y refunfuñar cuando se hace limosna, o sea, cuando se regala, es considerado delito.
Alegrarse de la alegría del beneficiado: únicamente eso hace humano el dar. Hasta entonces no se sustrae todo ello al masoquismo y deviene digno del ser humano; sólo así deja de constituir un consuelo ilimitado. Alegrándose de la alegría que causa, uno se ha ganado ya a sí mismo. La alegría que se experimenta al regalar compensa los dolores de parto del yo. No en vano, nos ganamos en la medida que nos desasimos de nosotros mismos, nos encontramos en la medida en que nos perdemos. Somos felices en cuanto hacemos felices a los demás y nos alegramos del reflejo. Saber que uno hace felices a los demás: en eso consiste la felicidad. De ahí que la alegría sea el único y verdadero sentido de todo proyecto humano, de toda vida individual. (KB;J. & Cía.)

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