¿CÓMO DE VERDADERA ES TU ALEGRÍA?...
Seguramente
que ya sabes que en el modo directo de la autorrelización, la persona
únicamente se ama a sí misma y gira desesperada alrededor de su ombligo,
agotando así sus energías. Todo en vano, pues por ese camino no podemos devenir
realmente libres, porque con esa actitud no hacemos otra cosa que crisparnos
cada vez más. Y la verdadera felicidad consiste, por el contrario, en estar
sosegado, en saber desasirse. En no pretender alcanzar a ser algo, ni siquiera
uno mismo, sino atreverse a permitir que todo sea y adquirir la capacidad de
comprometerse con algo: "Tener un proyecto"...
...Sin
embargo, la aislada exhortación al altruismo (o, dicho en lenguaje tradicional,
al llamado "sacrificio") ha "corrompido" de manera duradera
también el cristianismo y la moral cristiana, en especial cuando todo esto es
aprovechado por gobernantes terrenos -ya espirituales, ya temporales- para
establecer y consolidar su dominio. La entrega no es un fin en sí. El
sacrificio por el sacrificio sólo favorece formas aberrantes -en apariencia
cristianas- de sadismo y masoquismo y constituye, pues, un peligroso absurdo.
Cuando
se presenta así, falta algo que para Jesús, pero también para Pablo y Juan, se
halla inextricablemente vinculado con toda entrega: la alegría. En el dicho
sobre cómo ganarse a sí mismo, Jesús no habla directamente de ello; no obstante,
él no asume el papel de quien tiene poder para forzar el don. La alegría debe
ser acentuada, como muy tarde, allí donde puede surgir la sospecha de
exterioridad. Así, ya el judaísmo afirma que Dios sólo siente cariño por quien
da con alegría. Y refunfuñar cuando se hace limosna, o sea, cuando se regala,
es considerado delito.
Alegrarse
de la alegría del beneficiado: únicamente eso hace humano el dar. Hasta
entonces no se sustrae todo ello al masoquismo y deviene digno del ser humano;
sólo así deja de constituir un consuelo ilimitado. Alegrándose de la alegría
que causa, uno se ha ganado ya a sí mismo. La alegría que se experimenta al
regalar compensa los dolores de parto del yo. No en vano, nos ganamos en la
medida que nos desasimos de nosotros mismos, nos encontramos en la medida en
que nos perdemos. Somos felices en cuanto hacemos felices a los demás y nos
alegramos del reflejo. Saber que uno hace felices a los demás: en eso consiste
la felicidad. De ahí que la alegría sea el único y verdadero sentido de todo
proyecto humano, de toda vida individual. (KB;J. & Cía.)